miércoles, 26 de febrero de 2014

TU MAÑANA, SU SONRISA.- Por Fátima Canalda Moreu

Levantarse un sábado a las ocho de la mañana para ir a voluntariado después de haberse acostado tarde un viernes, no suele ser lo más apetecible y menos para una persona de dieciséis años. Pero toda la pereza que se apodera de ti esa mañana, ya que conlleva darse una ducha rápida, salir de casa con el pelo  alborotado, perder el autobús y tener que ir andando, se contrarresta cuando tienes ante ti a una persona a la cual ya le gustaría poder ducharse sola, tener pelo suficiente como para que se encuentre alborotado, coger el autobús o ir corriendo o  andando. Esa persona lo más probable es que no se acuerde de ti la próxima semana, el día siguiente o los cinco minutos después de que te marches. Pero esa mañana que pasas con ella, dando paseos, cantando canciones, leyendo libros o rezando, doy por seguro que la agradecerá como si fuera el mayor de los regalos. Parecerá que no te nota presente o que no te está escuchando, pero en el momento más inesperado te dará un beso o te agarrará la mano. No será tu abuela ni tu abuelo, pero te saludará como si fueras cualquiera de sus nietos. Pocas veces verás que articulen palabra alguna, es más, en su mayoría estarán en sillas de ruedas, dando golpes o haciendo ruidos extraños, y pensarás que ir allí nunca les servirá de algo. Hasta que un día, te mira y  sonriendo dice tres frases que de su boca jamás habrás escuchado, incluso algún día te dará las gracias, o continúe el Padrenuestro que le estás rezando. Y ese día querrás levantarte a las ocho todos y cada uno de tus sábados.

Fátima Canalda Moreu
-Categoría General-

No hay comentarios :

Publicar un comentario