miércoles, 19 de febrero de 2014

AQUEL INFELIZ HOMBRE.- Por Adrián Martín González

Vivía solo. Todas las mañanas se despertaba un momento antes de que sonara el despertador; la monotonía de una misma vida durante tantos años. Él decía ser la clase de personas que no necesitan a nadie para ser feliz, pero ni siquiera conocía la felicidad. Una parte de sus días dormía, otra trabajaba y el resto eran horas muertas.

Aquel viernes, como tantos otros, a la salida de su trabajo allí estaban ellos, aquellos a los que tanto odiaba, los voluntarios. Con sus sonrisas pretenciosas, sus actos de buena fe enmascarados... ¡No los soportaba! 

La misma chica de siempre se le abalanzó hablando sobre todas aquellas cosas que a él no le importaban, esas sandeces sobre mejorar el mundo, sobre ayudar a los demás; pero esta vez dijo algo que le hizo reaccionar: “te hará sentir mejor”. Se giró, la miró y durante un momento pareció que iba a contestarle, pero acabó yéndose una vez más.

Durante los siguientes 7 días no hubo más horas muertas, pensó y pensó. Y tomó una decisión.

Al viernes siguiente fue él quien se acerco a ellos con una frase que llevaba ensayando tantos y tantos días: “quiero sentirme mejor, ¿qué puedo hacer?”. La chica sonrió, sabiendo que un nuevo miembro se unía a su causa. Y desde aquel momento, aquel infeliz hombre, ahora ya algo más feliz, no tuvo más horas muertas, las revivió en forma de ayuda a los demás, y esa clase de egoísmo positivo mejoró su vida y la de otros muchos.

Adrián Martín González
-Categoría La Rioja-

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