Tres minutos en el infierno, es el tiempo que lleva el joven bombero dentro del incendio, ruidos de sirenas y gritos nerviosos se suman al crepitar de las llamas y el llanto de la anciana ante la perdida de su hogar es conmovedor, bastó un descuido a causa de un olvido lógico de su edad y el fuego se propagó tomando todo a su paso. Unas palabras dichas entre sollozos y el bombero ingresó al fuego con arrojo suicida en un intento de salvataje, los vecinos convocados por el siniestro murmuran...- La mujer es viuda y no tiene mascotas... -¿Que valor quedaría por rescatar para justificar la actitud del joven voluntario?...
Las llamas llegan a su punto máximo tomando la estructura del techo y hay un crujido anunciando su inminente caída, la anciana estruja el pañuelo mojado entre sus manos siendo consolada por una vecina que la contiene, las sirenas resuenan y hay gente fotografiando la escena. - Pasaron cuatro minutos, se desploma el techo entre gritos histéricos y emerge de las llamas la silueta del bombero protegiendo un bulto con su cuerpo, con pasos vacilantes se dirige hacia la anciana y lo deposita en sus manos, ella lo acuna como su mas preciado tesoro y rompe en llanto.
La gente aplaude al héroe, exhausto por el esfuerzo se despoja del casco y una sonrisa le gana el rostro, hoy ha cumplido una vez mas su vocación de servicio.
Acaba de salvar cuarenta años de recuerdos...Un viejo retrato de bodas.
Raúl Oscar D'Alessandro
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