viernes, 21 de febrero de 2014

TRAS LA PUERTA, LA REALIDAD.- Por Pedro Méndez Grande

Una misma pregunta recorre susurrante mis oídos cada día, precedida de dulces sonrisas embriagadoras, inundando mi rostro de felicidad, al volver a escuchar las longevas melodías que acompañan mi rutina diaria. Mis ojos intrigantes observan la fortuna de encontrarme con todos mis allegados, sin faltar ninguno, y es que ya son parte de mi, parte de mi familia. Varios son los nombres por los que soy llamado, sin importarme cual sea el verdadero, pues puedo ser Pedro, Juan o José, puedo ser un antiguo vecino, un amor del pasado o un hijo más, pero no importa, el ser llamado significa ayuda, tener una duda o querer compañía y para ello franqueé la puerta que separa la vida cotidiana de la realidad. Las horas van pasando, mis manos se van uniendo a otras, algunas débiles, reflejo de una vida dura pasada, mientras juntos elaboramos la manualidad del día, un regalo para sus hijos o sus nietos, fabricado como es habitual, con una sonrisa dibujada en su rostro. Tras ello, el bingo hace que mi compañía se convierta en diversión, con llamadas que se juntan para mostrar que tienen el número extraído. Los besos y felicitaciones se van sucediendo, mientras la hora de la despedida va llegando. Con ojos intrigantes observo los rostros de “mis abuelos”, observando lo afortunado de mi ser, pues han querido compartir una vez mas, parte de sus vidas conmigo. Ahora solo falta franquear la puerta que volveré a cruzar de nuevo mañana, mientras voces susurrantes me preguntarán, como cada día: “¿quién eres?”. 

Pedro Méndez Grande
-Categoría General-

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