jueves, 13 de febrero de 2014

EL CAMBIO QUE PRODUJO UN SUEÑO.- Por Pilar Uruñuela Aransay

Soñé con árboles sin ramas, con mariposas sin alas, con gente en un mundo sin sentido.  Todo era real.  No me sentía bien. Necesitaba un cambio. Yo tenía la voluntad y el aplomo. Mi mundo podía ser mucho mejor.

Le di la vuelta a mi sueño. Me adentré en un bosque con árboles que tenían ramas de colores, los colores de la solidaridad. Nadie se sentía solo. Por el bosque  volaban mariposas con alas que transportaban buenas noticias. ¿Y la gente? En ese hermoso bosque vivían personas con ganas de luchar, de disfrutar con lo que hacían, de contar bellas historias a niños necesitados de aventuras y de leyendas fantásticas. En esos breves minutos: cabalgaron reyes en coches de carreras, los soldados nadaban para buscar  a su amigo el Soldadito de plomo, a un capitán le llamaban Cara Patata, Caperucita era muy gamberra y se divertía incluso con el lobo; sintieron el sabor amargo de la manzana envenenada de la madrastra de Blanca Nieves. 

¿Qué conseguían esas personas adultas cada día? No pretendían nada. Sentían el calor de una sonrisa. Se despedían llenos de felicidad, hasta el día siguiente, porque hacían algo que les gustaba y que agradaba a “esos locos bajitos” que cantó J.M.Serrat.

Desperté de mi sueño muy contenta, feliz de haber encontrado un mundo mejor, en el que estaba incluida. En él podía ser: la Reina de las hadas, la Bella Durmiente, el Sastrecillo Valiente, el Domador de Serpientes, la Cerillera. 

Y pensé que…colorín colorado, ese sueño me había gustado.

Pilar Uruñuela Aransay
-Categoría La Rioja-

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