miércoles, 26 de febrero de 2014

TESORO INVALUABLE.- Por Patricia Dorantes Ham

Recuerdos los rodean por todas partes. Algunos quisieran huir de ellos, pero la mayoría los atesora como si estuvieran hechos de pequeñas piezas de oro. En un pequeño baúl almacenan ese primer beso robado que se perdió en un cálido día de un lejano verano. En ese mismo lugar, entre la añoranza de los ausentes, guardan la tibia imagen del abrazo de los nietos, esos pequeños a quienes ellos amaron con más fuerza que a sus propios hijos.  Así transcurren sus días; aferrándose a difusos recuerdos de tiempos mejores, cerrando los ojos para olvidarse por un instante de las dificultades de su presente. ¿Quién podría atreverse a culparlos? A ningún ser humano le gustaría sentirse olvidado, arrumbado en un rincón como un objeto inútil. Las nuevas generaciones se justifican ante ellos, diciendo que su mejor época ya pasó, y que le harían un enorme favor al mundo si se hicieran a un lado. Y así, de golpe se olvidan de toda la ayuda que recibieron de sus mayores. Pero no todos se dejan llevar por esa mortal corriente de frialdad que ha devorado el alma de muchos. En el mundo todavía hay muchos corazones cálidos, que, sin esperar nada a cambio, están dispuestos a llevar alegría a los corazones de aquellos seres sabios que han visto pasar el tiempo frente a sus ojos. ¡Qué lástima que muchos no sepan valorar un tesoro tan grande hasta que lo pierden!

Patricia Dorantes Ham
-Categoría General-

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