sábado, 22 de febrero de 2014

EL BUCLE.- Por Salvador Robles Miras

Había empezado a llover con fuerza. El hombre, protegido por un paraguas, vio a una anciana que caminaba delante de él, tapándose la cabeza con una bolsa mientras arrastraba un pesado carrito de la compra. Agrandó la zancada y, cuando llegó a la altura de la mujer, la invitó a que se pusiera junto él, bajo el amparo del paraguas. “Tendrá que desviarse de su camino. Vivo a unos trescientos metros”, le susurró la anciana. “No importa”, dijo el hombre. “Gracias. Me llamo Isabel”. “Y yo, Isaías”. 

Cuando Isabel entró en su portal, tocó el timbre del piso bajo, extrajo unos bombones del paquete que había comprado en “Don Chocolate” y se los  entregó a su vecina, Alicia, a quien la víspera, por una bagatela, le había hablado de malos modos. Por su parte, Alicia, que la noche anterior se había enzarzado en una airada discusión con su marido, influida por el gesto de Isabel, se sentó en las rodillas de su cónyuge, y le estampó un beso en los labios, porque sí, porque le salió del alma. El marido, Abel, entendió el mensaje implícito en ese beso y correspondió a él a lo grande. Más tarde, Abel, profesor universitario, inspirado por el acto besucón de su esposa,  reflexionó en clase sobre cómo entre todos podemos hacer el mundo un poquito más habitable, basta con un pequeño acto. Rubén, uno de los alumnos, quien algún día pertenecerá a Médicos sin Fronteras, animado por las palabras del docente, escribió una nota en un papelito y se la tendió a Tatiana, quien estaba sentada detrás de él. Tatiana, al salir de clase, buscó a Rubén y deslizó su mano entre las suyas. “¿Puedo acompañarte?, preguntó. “¿Sabes a dónde voy?”. Tatiana se encogió de hombros. “Dímelo”. “Voy a apuntarme a la Cruz Roja como voluntario para los fines de semana”  “Seguro que prefieren aceptar una pareja, Iré contigo, pero antes he de pasar por la librería de mi padre a darle unas llaves”. La librería, “Libre Albedrío”, era propiedad de Isaías, un hombre que, hacía unas horas, al ver a una anciana caminar desamparada bajo la lluvia, se acercó a ella para taparla con su paraguas. 

Salvador Robles Miras
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