Nuestra vida es un instante entre el momento de llegar en el mundo real y el momento de pasar hacía el desconocido. Entonces me pregunto ¿cómo da tiempo de odiar, de destruir, de matar? Se puede dedicar un poco de tiempo para amar. El mundo está mal repartido: entre su lado lleno de riqueza y otro de dolor existen almas que llegaron a ignorar cualquier sufrimiento, que les dan igual el dolor, el vivir, el morir porque de ellos se olvidó hasta el Dios. Si intentaremos dejar de pensar en nosotros mismos, será un buen comienzo de repensar la vida, de dejar de lado el orgullo de dominar el mundo. Entonces nos daremos cuenta que no son necesarias las armas, que mejor se pueden construir puentes entre almas, hogares donde los niños crezcan felices y preparen el futuro de este mundo envejecido e infeliz. Y así poco a poco como un aleteo de mariposa el efecto podrá llegar en cada rincón del mundo derrumbando barrera por barrera. Se puede empezar muy sencillo, renunciado cada día a pequeñas cosas, insignificantes para nosotros pero muy importantes para otros porque se pueden convertir en esperanzas de vivir un poco mejor o simplemente de vivir. El poder, la riqueza no traen la felicidad, al contrario, traen más deseos y frustraciones de no llegar a cumplir con todo porque cada día hay más y más...Encontrar la felicidad, no es fácil pero se puede inventar: si miramos en los ojos de un niño hambriento cuando le regalamos un trozo de pan, si miramos las lágrimas de un abuelo cuando le damos un abrazo en el día de su cumpleaños, si miramos la sonrisa de un hombre sin techo cuando le regalamos un té caliente en pleno invierno, descubrimos que la felicidad existe tan cerca de nosotros, solamente tenemos que tener ojos para ver y tiempo para entender la simplicidad de las cosas que pueden traer una gran complejidad de inesperados cumplimientos.
María Gherasim
-Categoría La Rioja-
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